La bióloga alicantina Josabel Belliure viaja a la Antártida para participar en la campaña Pingufor que estudia el efecto del cambio climático sobre las poblaciones de estas aves
La bióloga nacida en Calpe (Alicante), Josabel Belliure, profesora de Ecología de la Universidad de Alcalá y especialista en ecología del comportamiento va a pasar las próximas fiestas de Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes Magos en compañía de más de 40 mil pingüinos. El proyecto llamado Pingufor se desarrolla en la isla Decepción, en el archipiélago de las islas Shetland del sur de la región Antártida, donde se encuentra la base española Gabriel de Castilla y la colonia de los pingüinos objeto de la investigación. La campaña liderada por el biólogo Andrés Barbosa del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid cuenta con la participación de biólogos de la Universidad de Extremadura y de Alcalá. Pingufor tiene como objetivo investigar el efecto del cambio global en la fisiología de tres especies com son el pingüino barbijo (Pygoscelis antarctica), el de Adelia (Pygoscelis adeliae) y el papúa (Pygoscelis papua). Los pingüinos antárticos están considerados como centinelas de la salud del ecosistema antártico. «Por un lado hemos observado que hay cierta disminución de las poblaciones de pingüino barbijo y adelia. La hipótesis es que sí podría estar relacionada con el calentamiento que se viene produciendo en la península antártica, una de las zonas de la región Antártica donde se ha observado un aumento de la temperatura de 2 grados y medio. El aumento de la temperatura del mar puede hacer disminuir las poblaciones de krill que es el principal alimento de los pingüinos. Por otro lado también hemos comprobado la llegada a la Antártida de parásitos que tienen que ver con la presencia de garrapatas. Estas transmiten enfermedades nuevas a los pingüinos», ha señalado la bióloga Josabel Belliure.
La primera mujer en la base Gabriel de Castilla
La investigación se desarrolla de diciembre a marzo entre la base Gabriel de Castilla y la colonia de pingüinos situada a unas 2 horas.
Para la bióloga valenciana Josabel Belliure es la quinta campaña antártica. Comparte espacio de trabajo con militares del Ejército de Tierra, encargados del mantenimiento y con sismólogas y vulcanólogos responsables de estudiar la actividad del volcán de la isla Decepción donde se ubica la base. Belliure fue una de las dos primeras mujeres en pisar la base Gabriel de Castilla junto a la sismóloga Isabel Blanco de la Universidad de Burgos durante la campaña 1993-1995. «A partir de aquella campaña la presencia de mujeres en la base fue en aumento. Por ejemplo el año pasado fuimos 42 persones en la base y de ellas 8 éramos investigadoras. La campañas son muy dinámicas. Hay investigadores que llegan, biólogas que se van pero normalmente en Gabriel de Castilla nunca hemos sido más de 7 u 8 mujeres a la vez», ha puntualizado Belliure.
40 mil pingüinos, 200 nidos y tres biólogos
La colonia de cría de pingüinos barbijos del proyecto Pingufor está formada por algo más de 20 000 parejas reproductoras. Los 3 biólogos encargados de hacer el seguimiento diario de la colonia han de escoger unos 200 nidos para marcar a sus pollos e instalar transmisores a los adultos. Para los investigadores es importante conocer la distancia a la que se desplazan los padres para capturar el krill, su principal alimento. Por regla general esta especie cría un par de pollos por pareja. La colonia de barbijos se encuentra a unas 2 horas de distancia a pie desde la base Gabriel de Castilla. Un recorrido que deben hacer a diario durante más de 2 meses. «Funcionamos a golpe de predicción. De hecho todas las tardes, antes de la cena, una de las actividades en la base es una reunión donde se comenta la predicción meteorológica para el día siguiente. Muchas veces salimos sabiendo que tenemos que volver antes porque la predicción indicaba empeoramiento a partir de cierta hora de la tarde y otras veces sobreviene el cambio de tiempo aunque no estaba previsto y tenemos que volver antes. En la colonia de pingüinos estamos unas 6 horas. Salimos después de desayunar hacia las 8.30 y volvemos hacia las 6 de la tarde. Nos vamos con un pícnic que nos prepara el cocinero que consiste en un caldo calentito que nos viene de maravilla y en un sandwich y una pieza de fruta, todo cosas fáciles y rápidas de comer porque no nos conviene sentarnos largo rato en la comida porque nos enfriamos por culpa sobre todo del viento. Entonces sí que volvemos para la cena donde nos encontramos todos otra vez en la base», ha explicado finalmente la bióloga de Calpe.
Autor de las fotografías: Miguel Ángel Jiménez Tenorio.