Ibáñez, nacida hace 36 años en Valencia, ha recibido un premio de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia por el “estudio sobre el impacto del estado alélico de las mutaciones del gen TP53 en leucemia mieloide aguda”. Un gran reconocimiento a su trabajo y al de todas las personas que lo han hecho posible. Doctora en Biotecnología, Ibáñez, respalda las campañas #SinCienciaNoHayFuturo y #SinCienciaNoHaySalud para dar visibilidad a la investigación y su importancia
1. Se dice que la ciencia es vocacional. ¿Qué te llevó a estudiar Biotecnología y enfocar tu carrera en el estudio de las leucemias?
Mi madre siempre cuenta que a los 3 años le pedí a los Reyes Magos un microscopio. Ya desde muy pequeña analizaba todo lo que pillaba, desde hormigas hasta trozos de queso y pan. Siempre he sabido a qué quería dedicarme y en el bachillerato, gracias a mi tutora y bióloga, Maite, concluimos que mi vocación era estudiar biología y ser genetista. Llegué a las neoplasias hematológicas gracias a las personas que he conocido durante la carrera, como mis profesores (Luís, María José, Manuel y Silves).
Durante todos estos años, muchas veces he tenido que escuchar: qué pasa, ¿no te llegó la nota para medicina? Pero nada más lejos de la realidad. Desde que era pequeña he tenido clara mi vocación y he tenido mucha suerte al poder desarrollarla, siendo muy afortunada de, además, poderla desarrollar en mi ciudad natal.
2. ¿Cómo llegaste al Grupo de Investigación de Hematología del IISLAFE?
Fue precisamente gracias a uno de mis profesores, Manuel, que me lo recomendó tras la concesión de una beca para mi tesis doctoral. Aquí me he formado desde 2009, combinando la labor clínica con la faceta investigadora, centrando mi trayectoria en el estudio de las alteraciones genéticas de las enfermedades oncohematológicas.
Es todo un privilegio pertenecer a un grupo con grandes referentes mundiales en el campo de las leucemias agudas y de los síndromes mielodisplásicos (SMD) y poder aprender de ellos.
3. Segunda vez que logras un premio de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia, en esta ocasión por el “estudio sobre el impacto del estado alélico de las mutaciones del gen TP53 en leucemia mieloide aguda”. ¿Qué representa un reconocimiento así y qué puede suponer para la continuidad de la investigación? Y de forma más personal, ¿qué se siente al lograr este tipo de reconocimientos?
La SEHH ha seleccionado 4 veces nuestros trabajos como uno de los 6 mejores presentados en el Congreso Nacional anual. En 3 ocasiones, he tenido la suerte de firmarlos como primera autora, siendo 2 veces reconocida con el premio a la mejor comunicación. Ante esto, decir que las cuatro primeras autoras somos biólogas.
Este reconocimiento nos impulsa a continuar una segunda fase del proyecto y esperamos que, al igual que ocurrió la vez anterior, sirva para que las autoridades competentes correspondientes nos financien la investigación complementaria, así como la contratación de la persona responsable de dicha investigación. De ser así, nuestra intención es validar nuestros hallazgos en series de pacientes más amplias, así como en otros subgrupos de hemopatías malignas en búsqueda de nuevas terapias dirigidas.
A nivel personal, este premio es la recompensa a muchos años de duro trabajo en equipo. Y quiero resaltar que, el nuestro, es un trabajo en equipo. En esta ocasión he sido yo la que ha recibido el premio en nombre de todos, pero sin la colaboración de todos los implicados es imposible alcanzar unos resultados tan esperanzadores.
4. ¿Podrías explicar de forma breve y sencilla en qué consiste el estudio y que beneficios puede tener a largo o corto plazo para pacientes con leucemia?
Este estudio es probablemente uno de los más sencillos que hemos realizado. El gen analizado, el gen TP53, es un gen comúnmente conocido como “el guardián del genoma”. Las alteraciones genéticas (mutaciones) en este gen se relacionan, en diferentes tipos de cáncer, con una menor supervivencia y una peor respuesta a los tratamientos administrados. Sin embargo, este impacto negativo se ha atribuido indistintamente al gen TP53 sin tener en cuenta el tipo o el número de mutaciones que presenta. En nuestro estudio, evaluamos 200 pacientes con leucemia mieloide aguda y observamos que al igual que pasaba en otra neoplasia mieloide, los síndromes mielodisplásicos, el número de mutaciones presentes de forma simultánea en el gen TP53 influye en el curso de la enfermedad. De este modo, aquellos pacientes que únicamente presentan una mutación se comportan de igual manera que los que no presentan alteraciones en este gen. El hecho es de gran importancia a la hora de plantear nuevas estrategias terapéuticas personalizadas, pudiendo ser mucho más eficaces.
5. Sería interesante conocer un poco más a tu grupo de trabajo, especialmente si hay más biólogos/as en él. ¿Qué destacas?
El Grupo Acreditado de Investigación en Hematología y Hemoterapia del IIS La Fe está constituido en la actualidad por más de 50 investigadores cuya misión es la investigación multidisciplinar de las enfermedades hematológicas (básica, de prevención, de diagnóstico, terapéutica, de calidad de vida y de servicio sanitario) para contribuir al conocimiento de estas enfermedades y, por tanto, a mejorar la calidad de vida y salud de los pacientes y de toda la sociedad. El equipo apuesta por encontrar un equilibrio en la presencia tanto de investigadores senior como de jóvenes investigadores que permita un relevo generacional con el objetivo de afianzar investigadores con capacidad de afrontar retos futuros.
Es un Grupo muy grande y muy equilibrado, sus estudios principales son clínicos por lo que principalmente está constituido por médicos, sin embargo la presencia de biólogos, biotecnólogos y farmacéuticos es más que notable y ha ido aumentando exponencialmente en los últimos años -una veintena entre investigadores establecidos, acordados, emergentes-. Entre ellos, cabe destacar a dos biólogas, investigadoras establecidas, que son referentes nacionales en el diagnóstico molecular de las neoplasias mieloides, la Dra. Eva Barragán, responsable de los pacientes con LMA, y la Dra. Esperanza Such, responsable de los pacientes con SMD/NMP. Ambas lideran diferentes proyectos de investigación financiados por entidades de alto nivel, como son el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), y participan muy activamente en grupos cooperativos nacionales e internacionales.
6. ¿Qué papel juegan los pacientes y sus familias en el desarrollo de la investigación?
Son fundamentales. Este premio y toda la investigación no serían posibles sin nuestros pacientes. Ellos son nuestro motor. También quiero destacar la enorme labor que desarrollan las asociaciones de pacientes, asesorando y apoyándose los unos a los otros. En mi caso, tengo la gran fortuna de haber trabajado estrechamente con ASLEUVAL (Asociación para la lucha contra la Leucemia de la Comunidad Valenciana); una colaboración que nos ha permitido compartir impresiones y a ellos conocer un poco más de cerca nuestro trabajo.
7. El trabajo de los investigadores, en ocasiones, queda desconocido por la sociedad. ¿Qué crees que se podría hacer al respecto?
Creo que es muy importante organizar jornadas periódicas con las asociaciones de pacientes para informar de los avances, compartir opiniones y si es necesario solicitar una participación activa en los proyectos. También es imprescindible que los investigadores participemos en actividades para recaudar fondos, por ejemplo, nosotros organizamos una carrera a favor de la investigación contra la leucemia, con más de 1.500 inscritos en su primera edición. Estamos deseando repetir la iniciativa en cuanto se vuelva a la normalidad. Pero hay muchas más, por ejemplo, diversos programas de radio o la noche de los investigadores, en la que nuestro Grupo también ha participado muy activamente. Es necesario crear cultura «científica» en nuestro país, para que así, juntos, podamos ponerle cara a la investigación y a las enfermedades para juntos luchar para acabar con ellas.
8. Se habla a menudo del futuro de la investigación en España y de diferentes campañas de reconocimiento de la profesión como #SinCienciaNoHayFuturo y #SinCienciaNoHaySalud. ¿Podrías aportar tu punto de vista?
#SinCienciaNoHayFuturo y #SinCienciaNoHaySalud son dos campañas muy potentes que nos están permitiendo ganar un altavoz social. Son muchos los años que se está luchando por una mayor inversión en ciencia que permita desarrollar un mayor número de proyectos de investigación y mejorar las condiciones de los investigadores en España. Para nosotros se aplica a la perfección lo de trabajo «por amor a la ciencia». Son muchos los jóvenes que se ven obligados a compaginar sus investigaciones con otros trabajos e incluso a abandonar la ciencia por no poder vivir de ella. Otros muchos optan por irse del país y así poder vivir de su vocación y trabajo. Sueldos bajos, investigaciones con tiempo de duración limitado… hace muy complicado que los jóvenes investigadores prosperen en sus campos y a nivel personal a partes iguales. Mientras vivamos en un país donde se valora más a un futbolista, por ejemplo, que a un investigador, es imposible potenciar y alentar a los investigadores y por tanto, promover la ciencia.
9. En los últimos meses, a raíz de la pandemia de Covid19, se ha comenzado a poner en valor el papel de los investigadores. ¿Crees que este puede ser un punto de inflexión para que se reconozca el duro trabajo de las personas que buscan vacunas y tratamientos?
Con la crisis sanitaria de la Covid19 y la búsqueda de la vacuna, la sociedad está siendo testigo de cuán importante es nuestro trabajo. Sin embargo, aun y con todo, no se ha valorado realmente el trabajo que se realiza. Es decir, se han solicitado «voluntarios» para realizar las PCRs y para investigar, se ha hablado de la vocación del personal sanitario e investigador, como si eso fuera sinónimo de sustento. Todos los agentes implicados (investigadores, sanitarios, personal de laboratorio, etc), tienen una vida y las necesidades económicas asociadas a ello y, para ello, hace falta un sueldo, un sueldo decente, que no lo da la vocación. Ese sueldo lo dan aquellos dirigentes que reconozcan su trabajo y no pidan «voluntarios» para realizar un trabajo para el que se necesitan «profesionales», personal con una formación específica y altamente cualificada, lo que supone años de estudio y esfuerzo. Profesionales que puedan llevar a cabo un buen trabajo en todos los niveles, tanto a nivel manual como a nivel intelectual, para superar esta pandemia, lo cual implica el descubrimiento y fabricación de la tan ansiada vacuna y la mejora de los tratamientos actuales.
Por ello, tenemos que luchar día a día para que cuando esto pase -esperemos que muy pronto-, los científicos no volvamos a ser considerados «esos que trabajan por amor a la ciencia» o sólo «por vocación». Ojalá la sociedad en la que vivimos luche un poquito más por nosotros, porque, como se ha dicho una y otra vez #SinCienciaNoHayFuturo y #SinCienciaNoHaySalud.