Dos biólogos valencianos dirigen con éxito la ONG africana Ecoguinea dedicada a la gestión y conservación de los recursos naturales

Alberto Rosell y Paloma Ferrer llegaron a Guinea Ecuatorial en 2013, él para entrenar a la selección nacional de básket y ella para trabajar en un parque nacional

La historia de los biólogos valencianos, Alberto Rosell y Paloma Ferrer, es bastante singular y repleta de experiencias de vida. El año 2013 llegaron a Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, situada en la isla de Bioko, antes conocida como Fernando Poo, a 4000 kilómetros de su casa. Alberto fue contratado como entrenador de la Seleccion Nacional de básket de Guinea, ya que aparte de ser licenciado en Biología posee el título de entrenador superior de baloncesto. Un año después Alberto i Paloma fundaron la ONG Ecoguinea, una asociación sin ánimo de lucro que nació en el seno del proyecto: «Apoyo a la gestión y conservación de los Recursos Biológicos del Parque Nacional del Pico Basilé». Se trata de un espacio protegido de 300 kilómetros cuadrados ubicado en la parte norte del país que destaca principalmente por su rica población de primates. Basilé es el pico más alto de Guinea Ecuatorial con 3011 metros de altura. «Apoyamos al gobierno en la gestión de áreas protegidas aunque también tenemos mucho trabajo en el área de sensibilización del medio ambiente. En cuanto a sensibilización utilizamos varias herramientas, una de ellas es la televisión. Realizamos anuncios sobre la gran cantidad de basura que se genera y sobre la importancia y el sentido de las áreas protegidas. También trabajamos directamente con la población local haciendo campañas de concienciación y formación. Hemos conseguido que muchos guineanos acaben trabajando en el Parque Nacional del Pico Basilé», ha explicado el biólogo valenciano Alberto Rosell. Actualmente Ecoguinea trabaja en dos proyectos destacados: la planificación e implementación del diseño de la Red de Áreas Marinas Protegidas (AMPs) de Guinea Ecuatorial y el estudio de la caza en la isla de Bioko que representa la principal amenaza para la fauna. «Fundamentalmente trabajo en el mar tropical del golfo de Guinea. Se trata de uno de los «hotspot» o puntos calientes de biodiversidad del planeta declarados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Afortunadamente todavía no existe demasiada presión porque los pescadores locales siguen pescando con cayucos de forma artesanal. Eso significa que hay una enorme biodiversidad subacuàtica. Por ejemplo hemos encontrado muchas especies de coral negro. La ballenas jorobadas nos visitan durante unos meses para dar a luz en nuestras aguas. Habitan varias especies de delfines», ha detallado Rosell. En Àfrica tropical y a 4000 quilómetros de casa lo más complicado para los dos biólogos valencianos es estrujarse los sesos para conseguir financiación y sacar adelante los proyectos. La mayor parte del dinero que los financia llega del extranjero. La ONG Ecoguinea ha trabajado con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en el estudio de los mamíferos marinos del Golfo de Biafra, colabora con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUM), ha conseguido fondos de la Universidad Autónoma de Madrid para la compra de una lancha y un velero con el objetivo de desarrollar los estudios marinos en las áreas protegidas.

Furtivismo y carne de bosque

«Se lo comen todo: gorilas, monos, elefantes, cocodrilos… Todo lo que pueden cazar. El gobierno de Guinea Ecuatorial en el tema de la carne de bosque no nos apoya. Así como prohibe la caza de ballenas, a excepción de una al año en la isla de Annobón para la población local, permite consumir carne de bosque porque forma parte de su tradición. Lo que ocurre es que antes lo hacían como medio de subsistencia pero ahora cazan todo tipo de fauna del bosque para comerciar. Y precisamente en este punto es donde está el desequilibrio. En Ecoguinea llevamos 6 años concienciando sobre este tema y ahora los mayores se nos acercan y se nos quejan de que sus nietos no quieren comer carne de bosque porque dicen que ya no desean comerse los animales de Guinea porque muchos están en peligro de extinción», ha explicado con satisfacción Rosell. Hoy en día una de los principales problemas de biodiversidad que sufre Guinea Ecuatorial és el furtivismo. El consumo de carne de animales silvestres, muchos de ellos en peligro de extinción, sigue preocupando a los principales grupos y onegés conservacionistas como Ecoguinea.

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